Desde la perspectiva de Malaquías 4: 5,6 “He aquí yo os envío al profeta Elías… el hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.” entendemos que se refiere no solo a las relaciones naturales, sino también (o principalmente) a las relaciones espirituales.
La paternidad espiritual nos habla sobre la transmisión de principios de vida espiritual; en este sentido y a la luz también del consejo de “honrarnos los unos a los otros (como padre y madre deben ser honrados), tenernos los unos a los otros en consideración como mejores y mas grandes... podemos entender así que cuando se levanta el hermano contra el hermano (división) el principio espiritual que obra es el mismo que al desobedecer a los padres o desobedecer a Dios.
Lo apreciamos con mas claridad en el texto de San Lucas: “El ángel del Señor dijo:… Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los rebeldes a la prudencia de los justos para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto” Lucas 1:16,17.
Nos edificamos unos a otros por medio de la transmisión de los principios de vida espiritual que incorporamos, que creemos y que vivimos. En ese sentido la paternidad espiritual es algo muy amplio,que atañe mas que meramente al hecho de ser herramienta del Señor para que alguien le conozca, o guiarle en sus primeros pasos de creyente. No termina ahí. Digamos que es un principio de autoridad paralelo y entrelazado, que interactúa con la autoridad jerárquica visible.
El Salmo 133 nos dice lo bueno y delicioso de la armonía que produce la unidad de los hermanos; lo compara con el óleo precioso sobre la cabeza que desciende por la barba y las vestiduras de Aarón. Aarón, aún como sumo sacerdote, no representa la autoridad (atribuida a Moises, ver Éx.4:11) sino el vehículo, el canal dispuesto para transmitir la bendición del Altísimo "hasta el borde de sus vestiduras".
Dios quiere enviar sobre la iglesia en estos tiempos finales Su Espíritu de restauración, buscando que todos los corazones se vuelvan hacia El, y también que los corazones heridos en el seno de Su iglesia sean sanados por el perdón, que las divisiones sean restauradas en reconciliación.
Y eso pasa por reconocernos los unos a otros como necesarios, imprescindibles para la vida espiritual.
La propia personal y la de la iglesia.
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